Ramon Aymerich, redactor jefe de internacional de La Vanguardia, y Juan María Hernández Puértolas, director de comunicación del grupo Fundación Bancaria La Caixa, mantuvieron un debate sobre los cambios asociados a la nueva presidencia de los EEUU. El diálogo fue moderado por Ramon Rovira, vicepresidente de C2G y adjunto a la presidencia del Grupo Godó.

Ramon Rovira señaló que la prueba de que con la nueva presidencia se entra en una nueva etapa está en las docenas de decretos y órdenes que Joe Biden está adoptando para revertir políticas y decisiones del anterior presidente, Donald Trump. 

Según Rovira, el cambio no será fácil por dos razones: las inercias introducidas por Trump en la administración y los efectos devastadores de la pandemia, que en EE.UU. está suponiendo una gran contracción del PIB (la más grande desde la Segunda Guerra Mundial) y una expansión del paro, que ha llegado hasta el 7%. 

Ante ello el presidente Joe Biden ha optado por un auténtico plan de choque para la economía para superar el estancamiento actual. 

AGENDA PROGRESISTA E INVERSIÓN PÚBLICA

El discurso inaugural de Biden reclamaba más unidad, si bien mismo tiempo preconizaba una agenda particularmente progresista (medio ambiente, salud pública, etc.)  El cambio de estilo que se anuncia es obvio, según Juan María Hernández Puértolas, pero para constatar cambios más profundos habrá que esperar un tiempo.

En su opinión, el margen para realizar una política económica por parte de Biden –y de cualquier presidente norteamericano– es bastante estrecho. En los EE. UU hay una gran ortodoxia fiscal y luego las administraciones luchan contra ella en función de las circunstancias. Las memorias del presidente Obama describen estas limitaciones y el dominio de una visión keynesiana en que la deuda tiende a acumularse.


En este contexto, Ramon Aymerich subrayó la gran inyección de dinero público para superar la pandemia anunciada por el nuevo presidente. A la vez, Biden llega a la presidencia con la perspectiva de avanzar en la regulación económica, especialmente la financiera, yendo en este terreno incluso más lejos que Obama.

EL INCIERTO PAPEL DE LA OPOSICIÓN REPÚBLICANA

Juan María Hernández Puértolas destacó que la hegemonía demócrata en las cámaras puede allanar la política económica de Joe Biden. La sensación que transmite el partido republicano (o al menos una parte de él) es que no acaba de desprenderse de Donald Trump. El segundo impeachment del expresidente en el Senado no parece tener posibilidades de prosperar debido a la reticencia de los republicanos.  Ramon Aymerich destacó que parece difícil que, después de apoyar al presidente durante cuatro años, que ahora haya un cambio radical de esta posición. 

Según Aymerich, el efecto más notorio del impeachment podría ser el tensionamiento interno del partido republicano, hecho que aumentaría su crisis y haría visible la existencia de un ala trumpista. Esto no facilitaría el retorno de los republicanos a la estabilidad necesaria en este momento para la unidad que Biden preconiza. El impeachment en el Senado mostrará hasta qué punto el partido republicano puede sacarse de encima la herencia de Trump y actuar como oposición de manera normal. 

Algunos analistas, según Juan María Hernández Puértolas, aseguran que en esta nueva etapa Trump teme más a los tribunales ordinarios (posibles delitos fiscales) que al juicio político.

PLAN DE CHOQUE Y PROBLEMAS ECONÓMICOS DE FONDO

Ramon Rovira preguntó a los expertos si creían que la recuperación sería más rápida en EE. UU que en Europa. Para Ramon Aymerich no hay duda que los EE. UU se suelen recuperar siempre antes de las crisis, pero aun así destaco que los fondos que se van a dedicar a este tema en Europa son excepcionales. Igualmente, señaló que la ventaja de poseer el dólar en este tipo de circunstancias.

Hasta ahora los republicanos, con la presidencia de Trump, han sido muy tolerantes con el déficit público, pero, con el nivel de gasto propuesto por el presidente Biden para atender los efectos de la pandemia, es posible que se conviertan en “vigilantes” del crecimiento del déficit y pongan obstáculos a las cifras propuestas por Biden para la recuperación. El plan de Biden es muy amplio y comprende, entre otras ayudas, cheques familiares, ayudas a las clases más desfavorecidas, a empresas, a los poderes locales.

En Europa, apuntó Juan María Hernández Puértolas, la recuperación se basa sobre todo en un estímulo de la inversión en medio ambiente y digitalización, mientras que en EE. UU se está más pendiente de que se pueda reactivar “la máquina del consumo”. 

El problema –señaló– es que la economía da síntomas de agotamiento estructural y que la “vieja tierra de las oportunidades se está agotando”. Un hecho, recalcó, que explica el voto masivo a Trump, es la protesta y la desesperación de los que se quedan atrás, especialmente en los estados más desindustrializados. Por otra parte, existen desequilibrios mayúsculos como el hecho que el 10% de los hogares controlan el 80% de la capitalización bursaria.

¿EXISTE EL PELIGRO DE UNA BURBUJA ECONÓMICA?

Juan María Hernández Puértolas planteó la cuestión de si se está creando una nueva burbuja económica que podría dar al traste con la recuperación en caso de estallar. En el terreno inmobiliario el peligro no parece evidente, pero sí en los activos financieros y bursátiles, según los observadores.

Para Ramon Aymerich, esto último es muy posible porque los activos están muy sobrevalorados. Hay mucho dinero circulando y hace 10 años que se habla de esta burbuja sin que hasta ahora haya ocurrido nada, pero podría ocurrir.  Más allá de esta posibilidad, lo que sí es cierto, según Aymerich, es que cada vez más gente está convencida de que Wall Street no representa la economía real. 


LUCHA POR LA HEGEMONÍA MUNDIAL

Tanto la presidencia saliente como a la entrante tienen un problema en común: cómo responder a la hegemonía de China. Según Juan María Hernández Puértolas, este es un problema de fondo y de futuro. La situación no es equiparable a la guerra fría porque China es un país más desarrollado industrial y tecnológicamente que la antigua URSS. En este sentido, Hernández Puértolas prevé que Biden buscará prudentemente algún tipo de acuerdo.

Con Europa, Joe Biden ofrece campos de cooperación por su sintonía con las inversiones tecnológicas y ambientales y con China, probablemente, se desarrolle una política “mucho menos agresiva” que la que se dio con Donald Trump (cabe recordar el caso Huawei). Sin embargo, en opinión de Juan María Hernández Puértolas, la lucha “será a muerte” en ámbitos como la inteligencia artificial o el 5G.  

Ramon Aymerich explicó que la experiencia histórica indica que cuando una potencia está en un gran momento de auge, como sería el caso de China, es difícil para la potencia que pierde terreno ante ella, recuperar posiciones. Y esto es lo que le sucede a EE. UU ahora mismo. 

Según Aymerich, en los 4 años de presidencia Trump, “el país ha perdido el prestigio internacional que tenía”. El primer paso obligado para poder liderar de nuevo sería arreglar los graves problemas internos que se han puesto de manifiesto con las elecciones y en las semanas siguientes.

Una estrategia que Biden podría aplicar en relación con China es hacer que esta regrese a los foros internacionales, evitando que “vaya sola”. El golpe de estado de los militares birmanos se ha visto avalado por esta China que actúa de forma unilateral. El peso de la geopolítica mundial se ha trasladado al Pacífico y también y con ello el riesgo de un conflicto serio en la región, con Taiwán como punto caliente.

¿QUÉ VA A CAMBIAR EN EE UU PARA LAS EMPRESAS?

La administración Biden parece que apostará por un entorno económica más regulado. Los demócratas consideran que el mundo corporativo no había cumplido suficientemente con sus compromisos fiscales en los últimos años y se habían incluso cometido delitos de cuellos blanco que no se habían perseguido, según Ramon Aymerich. También se espera una subida de los salarios y de la sindicación. El caso de Amazon es paradigmático en este sentido del sentido de algunas luchas en el ámbito laboral. 


El mayor obstáculo para frenar esta política y esta evolución socioeconómica será la actitud del ala más extrema del partido republicano. Pero no se debe pasar por alto, según Juan María Hernández Puértolas, la división de los propios demócratas entre los que se sienten más cercanos al establishment económico y los que prefieren una política económica más social. Esta última facción parece crecer en importancia.

CONSPIRACIONISMO Y GUERRAS CULTURALES

 Una buena parte del voto a Donald Trump proviene de capas de la población que abogan por el negacionismo climático o las teorías conspiratorias (Q-Anon). Esta situación ha contribuido, señaló Juan María Hernández Puértolas a lo que se conoce como culture wars, con un crecimiento de la intolerancia hacia el adversario político y un tensionamiento de la sociedad.

Algunas de estas posiciones impiden un debate racional y el encuentro de un mínimo común denominador para el diálogo. Ramon Aymerich precisó que, para comprender este fenómeno en toda su dimensión, hay que conocer la situación de la América profunda y de la minoría blanca que siente que se está empobreciendo y perdiendo la hegemonía demográfica frente a otros colectivos.

El gran reto para Joe Biden es recuperar estas zonas del país donde se vive una crisis profunda, tanto social como económica. Según Aymerich, si todo esto no se resuelve, las tendencias tan negativas citadas van a continuar. 

A pesar del peso del negacionismo, las perspectivas de salida de la pandemia en EE. UU son ligeramente más optimistas que en Europa. El presidente Biden contempla que en setiembre el país se acerque a la normalidad y ello sería de gran ayuda para la recuperación económica. Con ello se pone de manifiesto lo decisivo que es poder disponer de un sistema potente de ciencia e investigación y contar con la capacidad de fabricar vacunas. 

LA CUESTIÓN DE LOS IMPUESTOS A LAS BIG TECH

Juan María Hernández Puértolas pronosticó problemas alrededor de la cuestión de la fiscalidad a las grandes empresas tecnológicas donde Europa sostiene una visión muy distinta que la norteamericana ya que es favorable a mayores impuestos. 

En este sentido, la existencia de casi-paraísos fiscales en la Unión Europa es un problema que hay que resolver primero, antes de exigir más impuestos a las multinacionales tecnológicas. Sin embargo, la deseable convergencia fiscal en Europa no parece que vaya a avanzar demasiado.  

Existen ahora mismo unos 40 países que están preparando impuestos para las grandes compañías tecnológicas y, según Ramon Aymerich, si no se da un consenso global, esto podría llevar a un nuevo conflicto comercial. En cualquier caso, los estados europeos difícilmente van a poder doblegar por si solos a estas grandes compañías. 

Se espera aquí también del presidente Biden un margen de actuación, pero también es posible que las big tech consideren cada vez más su responsabilidad social corporativa.