El debate se centró en un análisis de las repercusiones a nivel global, y especialmente para Europa, de las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos. Contó con la participación de Ramon Rovira, director general de Presidencia del Grupo Godó, quién actuó como moderador, y de Ramon Aymerich, redactor  jefe de la sección Internacional de La Vanguardia, de Oriol Guixà, presidente de La Farga;  y de Josep Creixell, presidente de Tradebe.


¿QUÉ DEBE HACER EUROPA?

Para empezar la sesión, Ramón Rovira planteó la cuestión de cuál debe ser el papel de Europa ante el resultado de las elecciones norteamericanas, una Europa que calificó de “dividida” y de “haber vivido como un balneario a la sombra de los Estados Unidos, además de depender a nivel de defensa de este país, a través de la OTAN”.

Oriol Guixà mostró su preocupación por el destino de Europa con el ejemplo de la batalla por la hegemonía tecnológica protagonizada por China y Estados Unidos, una contienda en la que el continente europeo “ni está ni se le espera”. Esto es preocupante ya que precisamente “la tecnología marcará la evolución social durante las próximas décadas”. Señaló que uno de los problemas principales de la Unión Europea es la complejidad de su gobernanza “que hace muy difícil poder avanzar en muchos aspectos”. 

El camino que debe tomar Europa consiste en apostar por la innovación y minimizar su aversión al riesgo

A su juicio, deberían buscarse acuerdos para lograr bases comunes en fiscalidad, deuda, defensa y competitividad de las empresas. Igualmente -señaló-  “a la libertad de circulación de personas, mercaderías, servicios, y capitales, debería añadirse la libertad de investigación y de implementación del conocimiento en el mercado”, un factor muy destacado en los Estados Unidos “donde existe una libertad total de transferencia del conocimiento”. Este es el camino que debe tomar Europa: apostar por la innovación y minimizar su aversión al riesgo.

Josep Creixell habló de la necesidad de mutualizar la deuda de los países de la Unión Europea, algo que -recordó- hicieron los estados que formaron los Estados Unidos a finales del siglo XVIII. “O nos centramos en resolver problemas comunes o no saldremos adelante”, indicó en sintonía con lo que había manifestado Oriol Guixà. “Quizá la presidencia de Donald Trump o sea una oportunidad para poner en marcha esta nueva gobernanza europea”, subrayó.


DEFENSA: UNA OPORTUNIDAD PARA LA UE 


Ramon Aymerich señaló que el nuevo rumbo político de los Estados Unidos tras las elecciones abre una oportunidad para impulsar una defensa europea, algo que España siempre ha visto con una cierta distancia, pero que países como Polonia o Alemania viven de otro modo debido a la proximidad de la amenaza bélica. Los EE. UU. ya hace tiempo que han priorizado la seguridad nacional y, a título de ejemplo, citó la prohibición de Huawei por sus vínculos con el Gobierno chino.

“La gente de todo el mundo no quiere ir a vivir a Rusia o a China, sino a Europa, pero al mismo tiempo saben que Europa no es fuerte, que no tiene capacidad para defenderse”, aseguró. Explicó, además, que Rusia está logrando infiltrarse cada vez más en nuestro entorno. En paralelo, Europa está perdiendo atractivo entre sus propios habitantes, “en los años 90 se veía la Unión Europea como un conjunto político interesante y que reportaba muchas ventajas, pero hoy ya no es así, especialmente entre los países del este. Esta tendencia se está extendiendo también a los estados miembros occidentales”. 

Ramon Rovira confirmó que, en general, la necesidad de invertir en defensa no suele ser bien vista por la opinión pública, y que esto sucede de forma más acusada en un país como España. 

La defensa, por su estrecha relación con la tecnología, supone uno de los mayores estímulos para la reindustrialización y la innovación


En este sentido, preguntó si los gobiernos europeos están en condiciones de articular el discurso en favor de la defensa en este momento.  Ramon Aymerich matizó que en el caso español la reticencia se debe a una cuestión puramente geográfica y de percepción lejana de las amenazas y recordó que la defensa, por su estrecha relación con la tecnología, supone uno de los mayores estímulos para la reindustrialización y la innovación.

Siguiendo la línea iniciada en su intervención anterior, Oriol Guixà apostó por reforzar todos los elementos que pueden unir Europa y la apuesta por la defensa y señalo que una política exterior con unos valores propios sería uno de ellos. “Desde una perspectiva de defensa de los valores comunes, España entraría en esta visión”, destacó.


LA POSICIÓN DE CHINA

Después del repaso sobre la situación de la Unión Europea, Ramon Rovira preguntó qué consecuencias puede tener para China el resultado de las elecciones norteamericanas. Josep Creixell recordó que las exportaciones de China y de Europa hacia los Estados Unidos son de una magnitud similar, pero que Estados Unidos vende a Europa el doble de lo que vende a China. 

Por otra parte, indicó que la tecnología china no es tan puntera en todos los ámbitos -en contra de lo que se suele creer- y que todavía se sitúa a una cierta distancia del nivel de la innovación norteamericana.

Oriol Guixà explicó una mala experiencia empresarial en China vinculada al hecho de que la administración del país puso trabas a una iniciativa inversora, aun teniendo como socio local a un gobierno provincial. “El Gobierno chino interviene en cualquier punto de la cadena de valor de cualquier producto”, recordó. 


Si China tiene dificultades para introducir productos en el mercado americano, intentará colocarlos en el europeo, lo que puede perjudicar a la industria del continente


Sin embargo, discrepó de la posición de Josep Creixell, asegurando que “hoy el país se halla por delante de los Estados Unidos, tecnológicamente, en muchos ámbitos, especialmente en inteligencia artificial o el desarrollo del vehículo eléctrico”.

Ramon Aymerich mencionó que una compañía europea como Volkswagen, con presencia en China, se opondrá a los aranceles que pueda establecer el nuevo gobierno de los Estados Unidos. Pronóstico que, en caso de que China tenga dificultades para introducir productos en el mercado americano, intentará colocarlos en el mercado europeo, lo que puede perjudicar a la industria del continente.


PREGUNTAS Y RESPUESTAS


La primera pregunta de los asistentes fue en el sentido de qué papel jugará el “sur global” en el nuevo escenario geopolítico. Ramon Aymerich sostuvo que Rusia ha recibido el apoyo de algunos países de este conjunto durante la guerra (destacadamente la India). En su opinión, muchos de estos países (al menos una docena) no quieren escoger entre China o Estados Unidos y cada vez tendrán un papel más protagonista en el equilibrio global. Oriol Guixà recordó que China se está introduciendo muchos de estos países (principalmente en  África y América latina) a base de inversiones en infraestructuras y sectores clave.

En segundo lugar se preguntó sobre el impacto de la victoria de Donald Trump en la economía americana. Josep Creixell habló en este sentido de una “relocalización industrial que favorecerá el retorno de algunos centros de producción al país y de una notable reducción fiscal, lo que estimulará la inversión”. Pero también advirtió que, si se llega a producir una falta de mano de obra como consecuencia de la expulsión masiva de inmigrantes, los precios subirán con consecuencias negativas para la economía.


Si se llega a producir una falta de mano de obra como consecuencia de la expulsión masiva de inmigrantes, los precios subirán con consecuencias negativas para la economía



Ramon Aymerich vaticinó que el precio de energía - un factor clave para la competitividad de los EE.UU.- todavía bajará más ya que Donald Trump avala el fracking y es posible que se pueda obtener energía fósil más barata. Por otra parte, aseguró que habrá una mayor desregulación del sector de las criptomonedas.

A continuación, se planteó la cuestión de por qué el segundo mandato de Donald Trump suscita mayor preocupación que el primero. La razón, según Ramon Aymerich es que en esta ocasión el presidente quiere saldar cuentas con algunos de sus oponentes y con todos aquellos que él considera que no le han sido leales. Con todo ello y, dada su imprevisibilidad, “existe preocupación sobre el hecho de que pudiera acabar haciendo algo fuera de lo correcto”. Como contrapunto, Oriol Guixà indicó que en Estados Unidos no existe miedo al cambio y que, a pesar de que Donald Trump esté determinado a implementar unos aranceles que provocan rechazo, su decisión se podría modificar más adelante en función de los acontecimientos.

También surgió la pregunta sobre el reto de conseguir una gobernanza europea. Oriol Guixà defendió la idea de que las condiciones para esta gobernanza son la consecución de una fiscalidad y de una política exterior común (además de asumir la deuda) y señaló -tal como se había apuntado anteriormente- que la elección de Donald Trump puede actuar de revulsivo en favor de este objetivo, matizando de esta forma el temor que despierta el nuevo liderazgo de Washington.